Soñé contigo y casi nunca ocurre. Me pregunto a veces porque nunca sueño contigo si repito tu nombre todo el día como un mantra.
En un rincón de una habitación que conozco de memoria, dormías sobre el piso, como estas acostumbrado, con una especie de cobija encima y vestido con una camisa de cuadros, tal como me imagino que has hecho muchas veces. No te movías, por más que yo te llamaba y te tocaba el hombro, no revisadas ninguna radiografía envuelto en una sabana, ni me sostenías en vilo. Pero yo te hablaba, como nunca lo hago, durante mucho, mucho tiempo y te decía cosas que jamás te diré. Y me parecía por un momento que me escuchabas sonriendo y mas aún, que entendías, que tu entendías.
Era un sueño, enternecedor de puro absurdo y por supuesto me río al recordarlo, porque es cierto que duermes en el rincón de otra habitación que conozco de memoria, pero es cierto también que todo lo ignoras.