miércoles, noviembre 19, 2008

Muchas otras razones


Tú no estabas, debías estar allí pero no estabas y yo no paraba de hacerme historias en mi cabeza. Tampoco estaba el sol quemante, ni mi deber cumplido, ni las camisas correctas, ni tantas otras cosas.
Tan lejos fuí a darle la noticia, a comer y a despedirme de ella a quien tanto extrañare a quien tanto necesito. Tan lejos fui a darme cuenta de que no estoy tan perdida ni tan lejos del camino como casi siempre creo y de vuelta a llorar en un aeropuerto.
Tan lejos fuí, a que me quisieran mucho.
Pero tu no estabas y yo que nada pregunto, me quede también sin ésta respuesta y a cambio obtuve otra que no venia de ti y que yo no esperaba.
Estaban casi todos, muchísima gente que conozco y los viejos amigos, que nunca entiendo porque veo tan poco.
Y yo estaba contenta con el estomago lleno, con la sonrisa explicita, con las postales otra vez en la mochilas y tu no estabas. Y cada día, me importaba más y me importaba menos.

jueves, noviembre 06, 2008

La peor amiga del mundo

Se que duermo mucho, que siempre pierdo las llaves, que evito relaciones demasiado profundas y demasiado dramáticas, que me salto las comidas, que no hago nunca la tarea. Y se que aveces aquellos, se me olvidan un poco

Sin embargo, mi red de interacciones sociales solía ser lo que me mantenía de pie. Aunque los deje plantados, aunque algunas noches bailo y bailo con desconocidos sin hacerles mucho caso, aunque-eso-y-aunque-lo-que-sea.
En los tiempos del odio y de la niebla, fueron ellos los que salvaron mi vida una y mil veces. Son ellos finalmente, la razón por la que siempre regreso.
Por eso puedo aceptar que he sido cualquier cosa: irresponsable, impuntual, infiel. Pero no puedo evitar querer morirme un poco cuando sin una buena razón, me convierto precisamente en esto.



martes, octubre 14, 2008

Primeros daños

He pasado tres días vomitando, he vuelto de un viaje no planeado, he despertado entre sudores. Convalezco pues y la piel se me cae en pedacitos que no duelen.
He gritado este fin de semana trescientas canciones como si en ello me fuera la vida, he dejado de contestarte el teléfono y me quedan todavía migajas de resaca. Convalezco.

He conducido ochenta kilómetro para cambiar de cama y de azotea. Y en esta cama azul y bajo el techo de teja, también me duele el pecho y también me siento bien por primera vez en meses. Convalezco.

No te creo. Me duele todavía un poco el estomago, leo hasta tarde y no me salto ninguna comida, solo convalezco.
La carretera siempre tiene ese efecto: reclamarme tanto tiempo perdido, tanto alto innecesario.

No te extraño. Solo convalezco con la alegría de la ropa limpia, de un litro de té verde, del pelo lavado.

No te conozco. Enciendo una fogata en el patio con los pedazos de vida que de todas formas ya no uso.

lunes, octubre 06, 2008

Aunque sea por la ventana



Todas las mañanas, hay en mi habitación quince minutos de monstruosa claridad. Mi habitación, que durante el día es una caja de zapatos, se ilumina con montones de focos de 100 watts. Ahora, más que nunca sin cortinas y sin ramas de aguacate, la luz se vuelve loca y mi sueño también por descontado. Luz que desintegra las imágenes del sueño y las lagrimas de oxido en la puerta, luz que disuelve con pura intransigencia los restos de un dolor de rodillas y del ayuno. Se pintan cuadrados blanquísimos sobre la pared encalada y aunque no quiera me levanto y enciendo la estufa.
Quince minutos de claridad intensa y luego de nuevo a mi caja de zapatos, a mi madriguera de madera y piedra, a la parquedad con que suelo andar, como si nunca hubiera oído hablar de estrés oxidativo ni de escalafones.
Pero al menos una vez al día, al menos cuatro mañanas por semana, mientras metes los dedos en mi pelo, me parece saberlo todo y me entra la prisa de otros días.

viernes, septiembre 12, 2008

Donde mejor que aquí

Con el agua salada corriéndome en la espalda y en cercanía del puerto, tal como corresponde, comienzo a despedirme casi sin darme cuenta.
Pero este adiós causalmente llega acompañado. Viene con el adiós a un barco corroído por años de sueño acumulado, a las noches de fiebre junto a un estero, a Ilona que murió, a Jamil que casi muere. He terminado al fin junto al mar, he terminado de leer papeles amarillos, de temer la mañana, de perder autocompasión y peso. Junto al mar que ya no duele, y no puedo evitar preguntarme quien me habrá acompañado en este último viaje. De quien voy a despedirme en adelante, quien tomara las fotos de este Guadalupe-Reyes, quien brindara por mi el siguiente cumpleaños, de quien serán los próximos discos extraviados, el próximo vuelo, el siguiente año viejo.
Me despido sin un gesto, porque esto de los modales nunca se me ha dado y le creo por fin a Tana, que dice siempre, que vienen cosas buenas.

Y puedo responderme que finalmente nadie me acompaña, y mejor aun, finalmente nadie hace falta.

martes, agosto 05, 2008

No en horas de oficina

Voy a tu cueva algún domingo. Claro, así nadie puede verme.
Miro tu colección de objetos y reconozco alguno que yo te he regalado y que como los demás no dejas que nadie limpie. Me siento en el sillón negro que se pega a mis piernas desnudas como una cinta adhesiva y me da miedo levantarme. Espero, a que termines de hacer lo que haces, a que busques en tus cajones una tarjeta donde escribirme una mentira, a que busques el libro tuyo que vas a regalarme. Lo hojeo con satisfacción y parece que te gusta que me guste, y luego yo te enseño algo que yo he escrito y que te incumbe, y me gusta que parezca que te guste.
Se termina la tarde y yo ya he desordenado tu escritorio, ya he dejado escondido un sobre el algún lado, y ya he perdido mis llaves bajo el sillón negro.
Y me voy de ahi con la pérdida, el hueco en el estómago y la perspectiva de otra espera larga. Y la noche del domingo es como siempre horrible, porque como siempre, como todas las semanas a estas alturas y a esta hora, no he hecho todavía mi maleta

lunes, julio 21, 2008

Asintomático

Yo no tengo un tumor en el cerebro, yo no. Las cefaleas eran simplemente porque no me entraba el aire en la nariz, porque no me entraban ni a fuerzas unos pocos bueno hábitos.
La resaca que es cada vez más cruel, ahora, me perdona muchos domingos la cabeza.
Tomo vitaminas mágicas, dos litros de té verde cada dìa y el martes pasado corrí cinco kilómetros detrás de un desconocido.
Por el momento, ni síndrome de Parinaud, ni ganas de volver temprano a casa.

La cosa es que algunos hábitos simples e indiscutibles, pueden de pronto más que doscientas aspirinas.

martes, junio 03, 2008

Ni Mendel, ni quiromancia

Me leyeron la mano y aprendí que la habilidad y la suerte estan codificadas en loci distinto. Mis lecciones de genética, en pocas palabras, debo haberlas pasado de noche.
“Que complicada eres!” A mi que siempre me ha gustado la palabra “compleja”
La línea del corazon es una trenza y la de la cabeza, pues no tiene ni pies ni cabeza...
Entendí que estoy condenada a quedar mal en mis dos profesiones y lo mejor es que me entere que tengo dos profesiones. Y que poseo destino y buena estrella.
En pocas palabras, nada que no pueda decirme cualquiera que hable conmigo cinco minutos o que me vea tropezar en la banqueta.
Y me quedo pensando, ¿todavía llegara la sorpresa tan anunciada? ¿Qué hijo habrá sido ese? Y sobre todo, ¿será que valga la pena aflojar de una vez y solo un poco, la trenza del corazón?



martes, mayo 13, 2008

Todo menos hábito

Si alguna vez escribo mi biografía (osea, que hueva) definitivamente no hablare de esta época.

Nada pasa, solo espero y lleno formularios y espero, trabajo un poco y espero y doy clases y tomo clases y luego-espero

Tengo ganas de tirarme del bungee, tengo ganas de enamorarme, de usarme la minifalda de lentejuelas, de tocar una canción completa con la guitarra, de que alguien me llene el cuello de chupetones, de reprobar un examen.

El pasto del jardín esta creciendo, y ni siquiera he podido llamar al jardinero. Y en el piso de arriba golpea una gotera y me duermo entre alacranes y cuadernos

Pero ya casi es septiembre, y mejor aun ya casi es sábado.
 

jueves, marzo 13, 2008

Esta muy bien esto del contrato

Ahora que soy responsable hay cosas que me hacen mas gracia que antes y cosas tremendamente difíciles. La más difícil por cierto, es ser responsable, lo mas gracioso, es exactamente eso.
Duermo estupendamente, lo malo es que es de puro cansancio, tengo montones de cosas que hacer, pero ninguna particularmente divertida, extraño a mis amigos pero estoy mas cerca de quienes me extrañaban.
Se desaparece lentamente la culpa, eso si, aquella culpa ácida de siempre y creo sordamente que eso debe ser suficientemente recompensa.

viernes, febrero 29, 2008

La conjugación de E. Coli


Eran las nueve de la mañana y todavía estábamos tirados sobre la arena muertos de risa. Que frágil me parece ahora aquel pequeño pedazo de felicidad, aquella madrugada de año nuevo donde todos nos queríamos tanto.

Creo que ya no me quedan ganas de hacer tantas barbaridades como entonces, o me quedan ganas pero perdí el aliento. Deben ser pruebas de lo mucho que todos hemos cambiado. Me sonrío pensando en el pequeño al que seguramente le cantas y me acuerdo de las muchas mentiras solía decir para poder salir contigo. Y me sonrío de nuevo pensando en que quisiera ahora, tener la oportunidad de volver a mentir.
Tengo hoy unas enormes ganas de corresponderte y de abrazarte. Por regresar siempre como si hubieran pasado apenas un par de días, por la vida hermosa que sin duda te has ganado (por los lugares a los que viajas, los diciembres que nunca alcanzan, el cuartodetula y el corazón que tantas veces nos rompieron)

Pero me conformo mirando fotos y sintiéndome un poquito más nueva.

domingo, enero 20, 2008

Pare de sufrir

Ayer hice la llamada telefónica de mi vida. La que llevaba muchos años posponiendo.
El resultado predecible: los sueños de siempre por la noche, el estomago hecho un nudo, y una carga muy pesada que desapareció de pronto. Y me digo, si era tan fácil, si solo había que cerrar los ojos y lanzarse…
El viernes pasado estaba furiosa. Siempre es lo mismo, odio que me obliguen, que me acorralen, que me hagan trampa, que tengan mas razón que yo. Y entonces me agoté, me enfermé de los huesos y me faltó la voz.
Sin embargo, casi como de la nada, me levanto muy temprano en estos días y me hago las trenzas apretadas y resuelvo las cosas dificilísimas y duermo de un tirón la noche entera. Y me digo, si era tan fácil, si solo había que cerrar los ojos y lanzarse…