Te enterré yo.
Seguramente no lo hubiéramos pensado, ninguna de las tardes que pasamos construyendo canciones de llenos y silencios, pasando de caminos y terceros.
Ya no me importa no, la suerte que ha corrido tu tristeza, tu indecisión ablandada de café, la coctelera que no llegué a estrenar como era merecido o que tengas ahora apenas puntos para poder leerte.
Por mi te puedes mudar con partituras y paraguas, al planeta de enfrente o quedarte a vivir en tu azotea.