martes, abril 12, 2011

Seguro hay algo que se me escapa

No acabo de creerme que no te importen todos mis achaques, ni que me beba la sopa con las manos ó que regrese pintada con luces de otro día tres veces por semana. No debe ser verdad que para ti no es tan malo que me olvide las llaves con una frecuencia estadísticamente ridícula ó que me empeñe en cambiarme los zapatos tan a menudo, ni ésta nube de lágrimas que me acompaña siempre.
Por si acaso vuelvo a preguntarte si de veras de veras estás al tanto de mi doble vida, de mis encías huecas o de cómo me obligo a ir a tres fiestas en cuarentaycinco minutos y en cambio a no pisar jamás una farmacia.
Y lo mas extraño es que parece no importarte el líquido oscuro que corre por mis venas, ésta sangre podrida que me empuja a desear comerme la lengua, a olvidar amarrarme las agujetas ó cerrar la llave del gas y que permite que las pesadillas lleguen a sus últimas consecuencias. Esta sangre espesa que me arrastra a mi infierno privado, éste líquido oxidado que casi siempre es la razón que tengo para seguir viviendo.

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