miércoles, octubre 10, 2007

Así, sin anestesia

El dolor, extraña cosa.
Nos recuerda a veces, alguna parte del cuerpo que teníamos olvidada, un músculo que no sabíamos que existe y del que por supuesto desconocemos el nombre. Llega el dolor sin pedir permiso y puede ser que nos despierte a de madrugada, justo cuando tenemos bajo el cortisol, el animo y los linfocitos. Cuando la oscuridad nos desenreda de cobijo y de voces protectoras.
El dolor, útil cosa que nos permite sobrevivir y escondernos de los riesgos, que nos obliga a detenernos y a pedir auxilio. A lamer heridas, a beber agua, a mirar detrás.

Este dolor de haberme descubierto, tal como soy, sin voz, sin equipaje. Y me duele exhalar cada tres veces y creo que tengo fiebre y taquicardia. Sospecho del apéndice, de infecciones absurdas y de sentirme a diario desvelada.

Será que la tristeza se ha instalado de forma permanente en mi intestino.
Será el haberte visto, sin dar explicaciones ni saludos.
Será que simplemente y en verdad estoy enferma, de alguna obvia dolencia, de cualquier otra viscera y frontalmente.

2 comentarios:

11:25 dijo...

si es el dolor lo que me mantiene aquí contigo en espera de liberación, si es el dolor de la risa continuada y extenuante, de las noches de juerga. si la garganta arde despues de cantar desaforados, la pansa pesa luego del atascón... ay dolor, ay dolor no te puedo dejar!

Anónimo dijo...

Quizas sea todo producto de un alma con tendencia hipocondríaca y nada mas...

El Perro
http://vidadeperros.blogspot.com