jueves, agosto 09, 2012

Las fotos en las paredes del Café Abel



Recibo a cuentagotas noticias atrasadas,  la enredaderas han cambiado a un rojo violento y me he quedado sin trenes.

Van a cerrar el bar de la esquina y una librería pequeña que han estado ahí por casi 80 años para poner un supermercado, y como protesta los vecinos han instalado un jardín con bancas y flores en el camellón de enfrente, ñoñísima isla verde con volantes enmicados y arbustos incipientes de colores.  Y desde la terraza del bar, repleta los viernes por la tarde todos lamentan las barbaries de éste mundo.  
Ahora voy a tomar ahí el café, solo por quitarme la pijama, por ver gente con abrigos y un poco por nostalgia, y mirando el pequeño escenario del sótano donde otros inviernos tocaban músicos de jazz, me da por extrañar los karaokes de los que nos echaban algunas madrugadas.  

Me gusta este segundo otoño ahora que no paso tanto tiempo pensando en el mundo que perdí y en mi equipaje y ahora que odio al vecino de enfrente con el que no he cruzado palabra y hay un bar de la esquina donde sentarse los jueves.

Todo está bien, todo estará mejor, prometen como siempre las paginasweb de autoayuda y el horóscopo, y en vez de hacer berrinche me digo que debería imitar a los dueños del bar de la esquina y sembrar flores inútiles y lindas en la pequeña isla donde ahora vivo. 

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