martes, mayo 07, 2013

Bienvenida, o casi

Ya casi soy  experta en cambiar vuelos, en correr a la puerta, en seleccionar con frustración inmensa que objetos entrañables encierran mi equipaje. Y el día de hoy que ya es de noche y las ultimas dos noches que fueron días de huelga y de baños de espuma, me dejan la resaca sin esfuerzo del sábado que comienza tarde, a la hora absurda del hambre y de la tele.
Mi casa estaba tibia, cómplice, oscura y de brazos extendidos, y yo mas con ingratitud que agotamiento me olvide de mi otra casa, la del limonero y la hamaca, del sol en las ventanas y la chimenea de barro, la que debiera ser mi casa si me quedara corazón. El corazón que tal vez me dejé en una de las tantas colas que hice estos dos días, en los libros que olvidé, en la cara de asombro de mi padre, el abrigo blanco que no me cupo en la maleta o en alguno de los muchos cócteles de mezcal. 
En cambio me metí en la cama doce horas, sin pensar en nada de aquello, sin culpa y casi dichosa de estar por fin de vuelta.

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