viernes, marzo 19, 2010

Pasa nada


 
Pasa el camino verde, embravecido, la larga carretera acribillada, sombra de diarios viajes de otros y de mi exilio semanal. Y pasa adentro mío y pasa nada.
Poco tengo, dejo lo indispensable, dejo muertes pequeñas que apenas llegarán celestes, puntuales, sembradas de descuido y despedida con casi lentitud mecánica.
Que haré con mi neblina y con tanta canción agotada de carcajada y cenizas, dormitando de vaho y sin malicia, con mi mano arropada entre cobijas que espera como siempre. 

Hoy importa bien poco si tengo delante otros dos días de lentejuelas, de imprudencia, de amigos  y de felicidad amnésica y total.

lunes, febrero 22, 2010

Así tal cual

Colecciono ventanas en muros sin casa, me afano con lujuria y me enamoro dos veces por semana, sobre todo los viernes ya muy tarde y los domingos apenas despierto. Nunca pude concluir tareas pequeñas ni hacer la misma cosa por mas de diez minutos. Mando cartas a lugares cercanos y me arrepiento de ello casi inmediatamente. También escribo al otro lado del océano, pero allá casi siempre soy casi bienvenida. Tengo el cuerpo callosos y desproporcionado y me cuido el cabello pero no el hipotálamo y menos el estómago.
Guardo con obstinación objetos pequeños, amores antiguos, papeles arrugados y con obstinación duermo mas de lo que debiera, y luego desayuno solamente culpa y un poco de tristeza.
Me he tardado veinte años en ordenar mi casa pero me toma un día arruinar para siempre proyectos y bitácoras.
Tengo una incapacidad crónica y despreocupada para ver a los ojos a aquellos que me aman y esta incapacidad se extiende un poco para decir la verdad y acunarme después el el abrazo tibio que a veces me regalas.

jueves, enero 07, 2010

Ya era hora



Me acabo de dar cuenta que no he abierto esta página desde que murió J. quien para mi siempre será un niño.  Y entonces me enojé con él, me enojé muchísimo y así me dolió menos, y lo que siguió fue peor, de puro inesperado.
He ido a pocos funerales, porque siempre pensé que no estaba en edad,  porque no conocí a mis abuelos y básicamente porque he tenido mucha suerte y he sido feliz.
Escribo poco cuando estoy feliz, casi no escribo cuando estoy enojada, pero hoy me ha entrado la culpa enorme del silencio, de aquellos que murieron cuando yo estaba lejos, de los síntomas obvios y de los rencores.   No me dan envidia los que han muerto jóvenes y yo ya he pasado de esa edad. Mi cuaderno sigue en algún lugar creo que bajo la cama. Y yo sonrío con ganas por primera vez en meses.

miércoles, junio 03, 2009

Prácticamente garantizado

Para cuando poco queda. Para la tarde donde el mundo gira, ajeno a los que sobre él sobrevivimos, gritamos, damos patadas y caemos lentamente.  Vienen bien las amargas hojas de la mandarina, el timbre del teléfono durante un minuto seguido sin que nadie lo conteste, viene bien un antiácido. Para cuando hay que caminar justo en la dirección más insospechada o mas angosta

Desde el porche se llora y se huele algo que ya empieza a parecer incendio forestal. Para cuando no hay lluvia, para cuando no hay almohada, cerveza, calcetines limpios.

Para estas no tan raras ocasiones, vienen mejor alprazolan y ayuno.