Se acomoda también la desventura, así como los días buenos, encuentran su cabida en malos tiempos.
Así se precipitan el tedio y los bostezos, paredes desleídas y las manos vacías, terminan adentrándose en la calma custodia.
Lo roto y el trasluz, la piedra y la cobija, se acomodan descargos sin que uno les vea. Autónoma la vida camina sin apuro, industriosa se peina mi cabello enredado.
Y al final todo encuentra con una impronta absurda,
su respirar antiguo y su contento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario