domingo, enero 20, 2008

Pare de sufrir

Ayer hice la llamada telefónica de mi vida. La que llevaba muchos años posponiendo.
El resultado predecible: los sueños de siempre por la noche, el estomago hecho un nudo, y una carga muy pesada que desapareció de pronto. Y me digo, si era tan fácil, si solo había que cerrar los ojos y lanzarse…
El viernes pasado estaba furiosa. Siempre es lo mismo, odio que me obliguen, que me acorralen, que me hagan trampa, que tengan mas razón que yo. Y entonces me agoté, me enfermé de los huesos y me faltó la voz.
Sin embargo, casi como de la nada, me levanto muy temprano en estos días y me hago las trenzas apretadas y resuelvo las cosas dificilísimas y duermo de un tirón la noche entera. Y me digo, si era tan fácil, si solo había que cerrar los ojos y lanzarse…

1 comentario:

r dijo...

Sí, yo lo he hecho una vez, tal vez dos, no más porque la vida puede irse en ello (o al menos eso dice el abismo que nos ve cuando lo vemos) y después de que el corazón rebota en el tórax (producto de la caída libre), todo lo demás es un vientecito que revolotea los caireles o trenzas/ a veces sí era obscuro pero ni tan abismo y no pasa de una cama de hojas donde todo cruje/ a veces la caída es permanente o recaida, es como volar, dice/ en círculos/ o como dormir a pierna suelta y siempre era tan fácil/ siempre fue tan difícil saber que era tan fácil.