Que
no se me pierda madre, el sueño de esta noche de campanas, ni me
cantes marañas al oído, ni me quieras como nadie. No te levantes de
la silla donde cuentas las goteras y los ladrillos rotos, ni vuelvas
a meterme al coche dormida porque no aprenderé nunca a despertarme.
No
mires para atrás que no sonrío mas que dos o tres veces y la
fuerza, no escuches ni mi llanto ni los pequeños ruidos de la casa a
medio terminar. Sigue en cambio pensando en mí cuando era buena,
cuando todo volvía de tu mano, cuando pequeña me infectaba de
soledad, de vida y de palabras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario