Ese
ovillo enredado y pelirrojo, esa materia blanda y agridulce que
parece maleable y no lo es. Ese atado de tierra y telarañas, ese
cuerpo irritado y semisólido que transpira y que aguarda
derrumbándose. Ese es mi corazón.
Te miro sostenerlo entre los
dedos y tratar de sacarle la capa superior de barro y lana.
Ese es mi corazón, puedes guardarlo envuelto en un pañuelo en tu bolsillo y llevarlo contigo a todos lados, esperando entibiarlo o enmohecerse.
Ese es mi corazón, es un tubérculo que puedes arrojar al lado del camino y que pasara a formar parte muy pronto, de la materia orgánica y el polvo.
Ese es mi corazón, puedes sembrarlo en el centro soleado de tu patio y mirarlo de reojo en las mañanas, vigilando su vida y sus latidos. Puedes, si tienes mucha suerte, esperar a que crezca, convertido en un retoño pequeñito. Y tal vez ocurra que continué inyectándose de hambre y clorofila, de sueño y de madera. Y si tienes mucha suerte, que un buen día despiertes y que sea suficientemente alto y amable, como para que puedas amarrar un columpio y mecerte entre sus brazos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario