viernes, septiembre 12, 2008

Donde mejor que aquí

Con el agua salada corriéndome en la espalda y en cercanía del puerto, tal como corresponde, comienzo a despedirme casi sin darme cuenta.
Pero este adiós causalmente llega acompañado. Viene con el adiós a un barco corroído por años de sueño acumulado, a las noches de fiebre junto a un estero, a Ilona que murió, a Jamil que casi muere. He terminado al fin junto al mar, he terminado de leer papeles amarillos, de temer la mañana, de perder autocompasión y peso. Junto al mar que ya no duele, y no puedo evitar preguntarme quien me habrá acompañado en este último viaje. De quien voy a despedirme en adelante, quien tomara las fotos de este Guadalupe-Reyes, quien brindara por mi el siguiente cumpleaños, de quien serán los próximos discos extraviados, el próximo vuelo, el siguiente año viejo.
Me despido sin un gesto, porque esto de los modales nunca se me ha dado y le creo por fin a Tana, que dice siempre, que vienen cosas buenas.

Y puedo responderme que finalmente nadie me acompaña, y mejor aun, finalmente nadie hace falta.

2 comentarios:

11:25 dijo...

que no sea de mi, no de mí

r dijo...

primero un eeeeeh! por la despedida y las gracias; segundo, secundar a Tana nomás porque mi educación preparatoria también fue positivista y porque me cae re-bien Tana; tercero, ir pensando en lo bueno que aún no se empieza a leer y en regalos para próximos cumpleaños (y tanta expectativa asusta y emociona!) y así (como cuarto, como así).