domingo, octubre 13, 2019

Bajo bocanadas

Este es un día ingrato.
Se mueven los árboles del llano y sale un humo detrás de los cerros que se arrastra por el campo. 
Yo vivo detrás de un llano con grandes cerros en contorno. 
El humo espeso se ve por la ventana, engaña a todos los que le creen solo niebla. A mi no, yo se que deja cenizas y matorrales ennegrecidos. Se incubaba tras la ventana y se agazapaba en agujeros. La tierra aquí esta llena de agujeros.
 
Este es un día ingrato en que sale humo de los agujeros. Por eso quisiera quedarme en cama, pero no puedo, justo hoy no puedo. Me sujeta el trabajo, yo misma me tiranizo. Sin ganas, con ojeras opacas y ropa oliendo a humo, tengo que pasar el resto del día. Llenando papeles con números y letras. 
 
La angustia del trabajo me permite olvidarme de la angustia de afuera, que sale de agujeros y se arrastra por el suelo. 
Me olvido del desamor y de la madrugada, de la imagen que se me enreda en la sien, me olvido que tengo alegrías pequeñas y noches largas, me olvido las escamas que están saliéndome del cuerpo, me olvido mientras lleno los papeles de números que apenas entiendo.
Cierro la ventana y se va el olvido de pronto. 
 
Queda entonces mi cara azul, pegada al cristal, mirando el llano iluminado y nebulosos, con cerros al fondo, grises y fantasmas. Falta tanto para el final del día. No terminare la lista de pendientes y saldré corriendo después del anochecer, con la angustia detrás me encerraré en mi cuarto, para ocultarme del humo. Para mal dormir mucho y llorar poco, porque mañana seguro será un día ennegrecido e ingrato.
 
 

No hay comentarios.: