martes, diciembre 10, 2019

No sirvieron de nada los últimos veinte años

Caminé muchas veces de noche por el parque, para no encontrarte sentado en aquella tu banca, con un libro en las manos. Volví al mar cada verano, a la hipérbola absurda cada viernes, visité un puerto frío con casitas de colores, la playa caliente del amor. Y siempre al empacar y al decir mañana; al despedirme con un beso en la puerta de mi casa, se iba siempre un pedacito tuyo, quedaba siempre un pedacito tuyo.


El día quince volveré a la escuela, ésta noche a la espuma y el miércoles al parque, tratando de pensar en cualquier otra cosa.

Y quedará dibujada en la pared, debajo de las fotos, una esquina de tu boca.


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